Grandes ciudades contra el cambio climático: la experiencia de la Ciudad de México. Segunda Parte.

Miércoles, 24 Octubre 2012 08:58

de Francesco Filippi, director del área de proyectos de la Fundación MUSOL, a partir de la entrevista con Óscar Vásquez Martínez, director de Programa de Cambio Climático y Proyectos MDL de la Secretaría de Medio Ambiente del Gobierno del Distrito Federal-Ciudad de México, que tuvo lugar el 4 de septiembre de 2012.

El mes pasado describimos los principales elementos del Programa de Acción Climática de la Ciudad de México 2008-2012, un ambicioso conjunto de acciones que la capital de México ha decidido emprender ante los efectos que ya amenazan y afectan en particular a la población más vulnerable de la ciudad. En este artículo describiremos la experiencia de la Ciudad de México con los mercados de bonos de carbono.

Oscar Vázquez Martínez, director del Programa de Cambio Climático y Proyectos MDL de la Secretaría de Medio Ambiente del Gobierno del Distrito Federal-Ciudad de México, en la entrevista que tuvo lugar el 4 de septiembre de 2012, puso de manifiesto los problemas que impiden a los mercados de carbono financiar de forma eficaz los proyectos de mitigación del cambio climático en los países en desarrollo. Pincha aquí para leer el artículo completo.


El próximos mes terminaremos de presentar la experiencia de la Ciudad de México en la lucha contra el cambio climático, y descubriremos cómo la acción climática ha sido integrada e institucionalizada en todas las áreas de acción del Gobierno del Distrito Federal, un éxito que la Ciudad de México está socializando a través de sus numerosas relaciones de cooperación internacional municipalista. Además, hablaremos de los nuevos retos que esperan a la Ciudad de México ante el desafío de mitigar y adaptarse al cambio climático.


Este artículo ha sido elaborado y publicado con el apoyo financiero de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), en el marco del proyecto “Cooperación internacional al desarrollo y cambio climático: una tarea global”. El contenido de dicho texto es responsabilidad exclusiva de la Fundación MUSOL (Municipalistas por la Solidaridad y el Fortalecimiento Institucional y no refleja necesariamente la opinión de la AECID.)

Si quieres saber más sobre esta temática, consulta en nuestra página web el kit “cambio climático y desarrollo”: http://www.musol.org/kit/index.html.


Si estás interesado/a en organizar o conocer nuestra exposición fotográfica interactiva sobre Cambio Climático y Desarrollo, si quieres recibir el CD con el kit pedagógico "Cambio Climático y Cooperación al Desarrollo" o si quieres organizar o participar en un curso sobre el tema, contáctanos (Begoña García, Email: sensibilizacion@musol.org, tel: 963817509).

 

 

Campesinas marcan el paso, ¿las seguirá el mundo?

Viernes, 19 Octubre 2012 08:29

ANANTAPUR, India/BARIND TRACT, Bangladesh, 29 feb (IPS) - La agricultura es el sustento de unos 1.300 millones de pequeños agricultores y trabajadores sin tierra en el mundo, y el  43 por ciento son mujeres.

La agricultura es el sustento de unos 1.300 millones de pequeños agricultores y trabajadores sin tierra en el mundo, y el 43 por ciento son mujeres.
La gran mayoría de esos 560 millones de mujeres viven al límite, y hasta los cambios ambientales más pequeños pueden conducirlas al hambre crónica y la miseria.

Ante las consecuencias sin precedentes del cambio climático, como la generalizada inseguridad alimentaria de 2011 y este año en varias regiones del mundo, las campesinas son en extremo vulnerables e ignoradas por sus gobiernos y otras autoridades encargadas de diseñar estrategias para erradicar el hambre y la pobreza.

En este contexto, la 56 sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW por sus siglas en inglés), que sesiona desde el 27 de este mes hasta el 9 de marzo en la sede de la Organización
de las Naciones Unidas en Nueva York, ha puesto en lugar prioritario el empoderamiento de las

campesinas.

Si las campesinas tuvieran un acceso equitativo a los insumos, su rendimiento aumentaría entre 20 y 30 por ciento, y se elevaría la producción agrícola del Sur en desarrollo de tal modo que entre 100 y 150 millones de personas dejarían de pasar hambre, reza un comunicado de prensa divulgado el jueves 23 por ONU Mujeres (http://www.unwomen.org/es/).

La CSW se propuso este año analizar el "empoderamiento de mujeres rurales y su papel en la erradicación de la pobreza y el hambre, el desarrollo sustentable y los desafíos actuales, y acordará medidas urgentes para marcar una diferencia en la vida de millones de campesinas".

Resistiendo a la sequía a escala local

Mosammet Rini-Ara Begum muestra con orgullo un montón de arroz guardado en un cobertizo de lata provisorio ubicado en el jardín de su casa, en la noroccidental región árida de Barind Tract, en Bangladesh.

"Es la tercera vez que tengo una cosecha tan buena a pesar de la sequía", comenta la mujer de 34 años y madre de tres hijos, mientras abre la cerca de bambú de su pequeño almacén y los granos de arroz hervido que resplandecen al sol.

Hace varios años, miles de agricultores de esta región de 7.500 kilómetros cuadrados abandonaron la producción, en especial de arroz y trigo, debido al calor y a las sequías inusuales.

Asesorados por especialistas en cultivos resistentes a esas condiciones climáticas, Rini y su esposo cultivaron una nueva variedad, conocida como BRRI-56, que tolera bien el exceso de calor y la escasez de agua.

A diferencia de otras variedades que necesitan lluvia inmediata después de la siembra, la BRRI-56 crece sin agua durante varias semanas. También sobrevive al calor excesivo, que en esta región suele alcanzar los 50 grados entre julio y noviembre, cuando madura el grano.

"Ofrecemos todo tipo de apoyo a los agricultores, en especial a las mujeres pobres, que suelen necesitar asesoramiento profesional y la demostración de los logros obtenidos por sus pares", explicó Mujibor Rahman, líder del Club de Gestión Integrada de Pesticidas, una red de agricultores locales del distrito bangladesí de Chapainawabganj.

"Hay riesgos meteorológicos cuando se cultiva en condiciones extremas. Pero como tenemos suficiente conocimiento en materia de adaptación, estamos listas para asumir cualquier desafío", dijo a IPS la agricultora Joynab Banu, de 32 años, del distrito de Rajshahi.

La agricultura representa 36 por ciento del producto interno bruto de Bangladesh y emplea a aproximadamente 60 por ciento de la fuerza de trabajo. El arroz cubre 75 por ciento de las tierras agrícolas del país, la mayoría en la zona noroccidental.

Con una mayor conciencia sobre la resiliencia climática, más mujeres, en especial campesinas sin tierra, viudas, divorciadas y otras en situación de aislamiento en el noroeste de Bangladesh, trabajan en tierras abandonadas para contribuir a la producción y a la seguridad alimentaria.

Mujeres encabezan cultivos "orgánicos"

La región de Anantapur, en el sureño estado indio de Andhra Pradesh, es árida, carece de árboles y tiene un pobre suelo rojo. La escasez de lluvia, unos 553 milímetros al año, la convierten en el segundo distrito del país más vulnerable a las sequías.

Las imprevisibles lluvias monzónicas, por un lado, y la escasez de precipitaciones, por otro, atribuidas al cambio climático, dejaron malas cosechas año tras año, y a principios de 2000 eran miles los agricultores endeudados que se habían suicidado.

La desesperación y la creciente producción por contrato (http://www.fao.org/ag/ags/contract-farming/index-cf/es/) entre productores y agroempresas llevaron a una dependencia insostenible de fertilizantes químicos, creando suelos cada vez más necesitados de agua, un recurso escaso, y disparando los costos de producción.

Pero en la localidad de Singanamala, una subdivisión administrativa rural de Anantapur, campesinas como Ramadevi, de 41 años, Lingamma, de 38, y Katamayya, de 41, decidieron volver a los pesticidas y fertilizantes orgánicos y, desde entonces, lograron importantes ahorros.

Nagamanamma, de 31 años, también se pasó a la agricultura orgánica en 2009 en un predio arrendado que no llega a una hectárea.

"Opté por la agricultura orgánica por una razón: requería trabajo familiar y no el tipo de inversión que demanda el cultivo con químicos", dijo a IPS.

El primer año elevó su producción de cacahuetes, plantada en la mitad del terreno, de siete a 15 sacos de 42 kilogramos, y redujo sus costos de 40 a 12 dólares.

En esta región son comunes los ataques de gusanos rojos peludos a las plantaciones de sandía, colocadas junto a la de cacahuetes.

Antes, las mujeres debían pagar 40 dólares por una dosis de 80 milímetros de un pesticida químico concentrado, pero los insumos orgánicos redujeron el costo a menos de la décima parte.

Con semillas de nim, recolectadas en la selva vecina, se elabora un pesticida que cuesta solo 10 dólares la bolsa de 50 kilogramos.

Los beneficios de la agricultura orgánica llegaron hasta los campesinos sin tierra. Un grupo de recolectores, de pequeños agricultores y de mujeres de 10 aldeas vecinas mantienen la Cooperativa de Productores de Singanamala, que elabora pesticidas orgánicos.

Con ayuda de una organización no gubernamental instalaron una máquina para pulverizar las semillas. Antes, los comerciantes locales explotaban a las recolectoras de semillas, pero ahora se comparten los beneficios de forma equitativa.

Las mujeres encabezan la marcha hacia un futuro orgánico más justo. La pregunta para los gobiernos y la comunidad internacional, incluida la CSW, es si el mundo las seguirá, o no.

* Con aportes de Naimul Haq (Barind Tract, Bangladesh) y Manipadma Jena (Anantapur, India).

* Este es el primero de dos artículos sobre mujeres rurales, cambio climático y seguridad alimentaria. (FIN/2012)

Fuente: IPS la otra historia

 

Cambio climático, pobreza y hambre, ¿qué hacemos?

Miércoles, 10 Octubre 2012 08:21


Este verano hemos asistido a una abrumadora sucesión de noticias con el cambio climático como telón de fondo. Desde los fríos hielos del Ártico que desaparecen a un ritmo sin precedentes al hambre en países africanos que se debaten entre las sequías y las inundaciones, pasando por una de las peores temporadas estivales de incendios en España. Al mismo tiempo, la NASA ofrecía datos sobre un mes de julio con temperaturas anómalas (uno de los más cálidos en el mundo desde que se tienen registros) y James Hansen (experto en cambio climático desde hace décadas) escribía en The Washington Post un artículo con un título que no dejaba lugar a dudas: "El cambio climático ya está aquí y es peor de lo que creíamos".

Las sequías y las inundaciones tienen efectos devastadores en la producción agrícola, con una pérdida de cosechas que contribuye a la subida del precio de alimentos básicos, dejándolos fuera del alcance de quienes menos recursos tienen. De nuevo, el cambio climático lo sufren más quienes menos han contribuido a provocarlo. Senegal, con escasas emisiones de gases de efecto invernadero, sufre en los últimos años periodos de destructivas sequías y devastadoras lluvias como las que han afectando al país africano este verano.


Un clima extremadamente caliente y seco en la zona central de Estados Unidos disparó el precio de la soja y el maíz a niveles récord, una tendencia que arrastró a los alimentos en general. La producción agrícola de Rusia también se vio afectada por la sequía. La situación llevó a la FAO a anunciar el riesgo de que se agudice la crisis alimentaria si los países restringen sus exportaciones a causa de la sequía que afecta a naciones productoras.

Este verano también ha visto la luz un informe de Oxfam, Clima al límite, precios al límite que analiza el coste alimentario del cambio climático, en el que la organización hace hincapié en que “El fracaso a la hora de reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero plantea un futuro con una mayor volatilidad de los precios de los alimentos, lo cual tendrá graves consecuencias para la precaria situación de las vidas y medios de vida de las personas que viven en la pobreza”.
El informe plantea que las investigaciones existentes hasta la fecha, que examinan los efectos graduales del cambio climático pero que no tienen en cuenta los fenómenos meteorológicos extremos, están subestimando de manera significativa las posibles consecuencias del cambio climático en los precios de los alimentos.
La investigación encargada por Oxfam indica que el precio medio de alimentos básicos como el maíz podría aumentar más del doble en los próximos 20 años en comparación con las tendencias de los precios observadas en 2010. La situación se agravará debido a que los fenómenos meteorológicos extremos, cada vez más frecuentes, generarán escasez, desestabilizarán los mercados y precipitarán las escaladas de los precios de los alimentos.
Para muchas de las personas que viven en países en desarrollo, que llegan a gastar hasta un 75% de sus ingresos en alimentos, la escalada de los precios es una cuestión de vida o muerte. Y los efectos de la falta de alimentos perduran durante generaciones, porque la malnutrición infantil causa retraso en el crecimiento y reduce el potencial de desarrollo físico e intelectual de los niños y niñas, condicionando su futuro.
De manera que para los países en desarrollo el que los fenómenos meteorológicos extremos sean cada vez más frecuentes e intensos, provocando una menor disponibilidad de alimentos y un aumento de precios, se traduce en una espiral descendente hacia una situación de mayor inseguridad alimentaria y de una pobreza más profunda.
El informe de Oxfam, que desarrolla distintas hipótesis sobre la incidencia de fenómenos meteorológicos extremos en el África subsahariana y en cada una de las principales regiones exportadoras de arroz, maíz y trigo del mundo, dice que el cambio climático podría dar lugar a un aumento permanente de la variabilidad de la producción y a una volatilidad excesiva de los precios de los alimentos que podría plantear desafíos en materia de seguridad alimentaria prácticamente insuperables para muchos países pobres. Concluye que es de extrema urgencia que se adopten medidas inmediatas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, así como para facilitar y financiar la adaptación al cambio climático.
Por otra parte, la campaña Derecho a la Alimentación: Urgente –impulsada por las ONG Acción Contra el Hambre, Ayuda en Acción, Cáritas Española, ONGAWA y PROSALUS–, publicaba también a comienzos del verano el informe Cambio Climático y Derecho a la Alimentación. Este informe, que puede descargarse en su página web (www.derechoalimentacion.org) analiza las distintas dimensiones del problema y posibles respuestas.

Fuente: Alandar

 

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