La revolución agroecológica de América Latina: rescatar la naturaleza, asegurar la soberanía alimentaria y empoderar al campesino

Friday, 01 June 2012 11:21





La agroecología está aportando las bases científicas, metodológicas y técnicas para una nueva “revolución agraria” a escala mundial (Altieri 2009, Ferguson and Morales 2010, Wezel and Soldat 2009, Wezel et al. 2009). Los sistemas de producción fundados en principios agroecológicos son biodiversos, resilientes, eficientes energéticamente, socialmente justos y constituyen la base de una estrategia energética y productiva fuertemente vinculada a la soberanía alimentaria (Altieri 1995, Gliessman 1998).


Las iniciativas agroecológicas pretenden transformar los sistemas de producción de la agroindustria a partir de la transición de los sistemas alimentarios basados en el uso de combustibles fósiles y dirigidos a la producción de cultivos de agroexportación y biocombustibles, hacia un paradigma alternativo que promueve la agricultura local y la producción nacional de alimentos por campesinos y familias rurales y urbanas a partir de la innovación, los recursos locales y la energía solar. Para los campesinos implica la posibilidad de acceder a tierra, semillas, agua, créditos y mercados locales, a través de la creación de políticas de apoyo económico, iniciativas financieras, oportunidad de mercados y tecnologías agroecológicas.


La idea principal de la agroecología es ir más allá de las prácticas agrícolas alternativas y desarrollar agroecosistemas con una mínima dependencia de agroquímicos e insumos de energía. La agroecología es tanto una ciencia como un conjunto de prácticas. Como ciencia se basa en la “aplicación de la ciencia ecológica al estudio, diseño y manejo de agroecosistemas sustentables” (Altieri 2002). Lo anterior conlleva la diversificación agrícola intencionalmente dirigida a promover interacciones biológicas y sinergias benéficas entre los componentes del agroecosistema, de tal manera que permitan la regeneración de la fertilidad del suelo y el mantenimiento de la productividad y la protección de los cultivos (Altieri 2002). Los principios básicos de la agroecología incluyen: el reciclaje de nutrientes y energía, la sustitución de insumos externos; el mejoramiento de la materia orgánica y la actividad biológica del suelo; la diversificación de las especies de plantas y los recursos genéticos de los agroecosistemas en tiempo y espacio; la integración de los cultivos con la ganadería, y la optimización de las interacciones y la productividad del sistema agrícola en su totalidad, en lugar de los rendimientos aislados de las distintas especies (Gliessman 1998). La sustentabilidad y la resiliencia se logran por medio de la diversidad y la complejidad de los sistemas agrícolas a través de policultivos, rotaciones, agrosilvicultura, uso de semillas nativas y de razas locales de ganado, control natural de plagas, uso de composta y abono verde y un aumento de la materia orgánica del suelo, lo que mejora la actividad biológica y la capacidad de retención de agua.



Hay otro tipo de alternativas agrícolas que son significativamente diferentes de los enfoques agroecológicos. Por ejemplo, la agricultura organica o ecológica que mantiene monocultivos depende de insumos externos biológicos y/o botánicos, y no está basada en principios agroecológicos. Este enfoque de “sustitución de insumos” esencialmente sigue el mismo paradigma de la agricultura convencional, es decir, superar el factor limitante, pero esta vez con insumos biológicos u orgánicos. Muchos de estos “insumos alternativos” se han convertido en mercancía, por lo tanto, los agricultores siguen dependiendo de proveedores, cooperativas o empresas (Rosset y Altieri 1997). Nosotros sostenemos que los sistemas agrícolas que no cuestionan la naturaleza del cultivo, que dependen de insumos externos, que se basan en sellos de certificación extranjeros y caros, o en sistemas de comercio justo destinado sólo para la agro-exportación, ofrecen poco a los agricultores, volviendolos dependientes de insumos y mercados externos.La agricultura orgánica pretende optimizar la utilización de insumos pero no considera el rediseño productivo lo que condena a la dependencia de insumos externos. Los nichos del mercado (orgánico y/o comercio justo) de los países ricos, presentan los mismos problemas de cualquier régimen de agroexportación al no dar prioridad a la soberanía alimentaria (que se define aquí como el derecho de las personas para producir, distribuir y consumir alimentos sanos y cerca de su territorio de una manera ecológicamente sostenible). Más bien tienden a perpetuar la dependencia y el hambre (Altieri 2009).



La agroecología está basada en un conjunto de conocimiento y técnicas que se desarrollan a partir de los agricultores y sus procesos de experimentación. Por esta razón, la agroecología enfatiza la capacidad de las comunidades locales para experimentar, evaluar y ampliar su aptitud de innovación mediante la investigación de agricultor a agricultor y utilizando herramientas del extensionismo horizontal. Su enfoque tecnológico tiene sus bases en la diversidad, la sinergia, el reciclaje y la integración, así como en aquellos procesos sociales basados en la participación de la comunidad. Señala que el desarrollo de los recursos humanos es la piedra angular de cualquier estrategia dirigida a aumentar las opciones de la población rural y, especialmente, de los campesinos de escasos recursos (Holt-Gimenez 2006). También atiende las necesidades alimenticias a partir del fomento de la autosuficiencia, promoviendo la producción de cereales y otros alimentos en las comunidades. Es un enfoque que privilegia mucho lo local al estar encaminado al abastecimiento de los mercados locales que acortan los circuitos de producción y el consumo de alimentos, evitando con ello el dispendio de energía que implicaría el traslado de éstos desde lugares distantes.


Los sistemas agroecológicos están profundamente arraigados en la racionalidad ecológica de la agricultura tradicional (Altieri 2004, Toledo 1990). Existen muchos ejemplos de sistemas agrícolas exitosos, caracterizados por su gran diversidad de cultivos y de animales domesticados, por el mantenimiento y mejora de las condiciones edáficas y por su gestión del agua y de la biodiversidad, basados todo ellos en conocimientos tradicionales (Toledo y Barrera-Bassols 2008). Estos sistemas agrícolas no sólo han alimentado gran parte de la población mundial en diferentes partes del planeta, particularmente en los países en desarrollo, sino también ofertan muchas de las posibles respuestas a los retos de la producción y la conservación de los recursos naturales que afectan al medio rural (Koohafkan y Altieri 2010).


En este artículo examinaremos brevemente las razones para la promoción de un paradigma agroecológico basado en la revitalización de la agricultura a pequeña escala y en los procesos sociales que demuestran que la participación de la comunidad y el empoderamiento local son las únicas opciones viables para satisfacer las necesidades alimentarias regionales, en esta era de aumento constante de los precios del petróleo y de cambio climático global. También vamos a examinar brevemente las características socio-ecológicas y la importancia de la agricultura campesina. Revisaremos los impactos que cientos de proyectos basados en la agroecología han tenido sobre el medio ambiente, la producción de alimentos y los movimientos sociales rurales, en Cuba, Brasil, México, América Central y la Región Andina. Terminamos haciendo algunas reflexiones sobre la triple dimensión de la revolución agroecológica, es decir, la cognitiva, la tecnológica y la social, que ha permitido el surgimiento de nuevos modos de comunicación entre el activismo y la ciencia, un proceso que, según Martínez-Alier (2011), ha llegado a proporciones globales, pues la agroecología se ha incorporado a la visión de la Vía Campesina, hoy en dia el más importante movimiento agrario a escala internacional.

Publicación La revolución agroecológica de América Latina

http://rio20.net/propuestas/la-revolucion-agroecologica-de-america-latina

Fuente: Portal + Rio 20

 

¿Habrá un nuevo tratado contra el cambio climático?

Monday, 28 May 2012 09:07

Las organizaciones ecologistas advierten de que se agota el tiempo para tomar medidas que eviten consecuencias desastrosas

Aunque las turbulencias financieras copan las portadas de los periódicos, la necesidad de soluciones frente a los efectos del cambio climático sigue siendo una realidad acuciante. Más de 180 países han acordado durante una reunión en Bonn (Alemania) organizada por la ONU una agenda de trabajo para tener un nuevo tratado sobre el clima en 2015. Como trasfondo, persiste un ambiente de desconfianza que podría dificultar la consecución de avances durante el resto del año.

La secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, Christiana Figueres, ha admitido que “no ha sido fácil acordar” el plan de trabajo. “Todas las partes querían recibir garantías de las demás para que les permitieran realizar el trabajo con una cierta comodidad”.

En las conversaciones de la ONU sobre el clima celebradas el año pasado se acordó un paquete de medidas para prorrogar el Protocolo de Kioto (de 1997) una vez que expire su vigencia, a finales de este año, y elaborar en 2015 un nuevo acuerdo legalmente vinculante para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que entraría en vigor en 2020.

En Bonn, los delegados de los distintos países han discutido durante más de una semana sobre cómo organizar el trabajo para elaborar ese nuevo documento y designar a la persona que dirigirá el proceso. En estos días se ha puesto de manifiesto la desconfianza que existe entre los participantes.

La Unión Europea ha acusado a China y a otros países en vías de desarrollo de realizar un “bloqueo de procedimiento” o de intentar da marcha atrás respecto al pacto alcanzado en Durban (Sudáfrica) alterando el enfoque de las negociaciones.

En el encuentro de esta semana se ha decidido unir en un solo foro las discusiones sobre la reducción de las emisiones de los países ricos y de los pobres, en lugar de tratar cada asunto por separado.

Sai Navoti, negociador de la Alianza de Pequeños Estados Insulares -que son más vulnerables ante el calentamiento del planeta-, ha dicho al respecto que “se ha superado un obstáculo difícil”. Pero “no hay duda de que será el primero de muchos y que debemos recordar que el tiempo no está de nuestra parte”, ha añadido.

Mientras, los países en desarrollo afirman que Estados Unidos, la UE y otros países ricos están intentando no tener que reducir aún más sus emisiones de gases de efecto invernadero ni aumentar los fondos que dedican a ayudar a las naciones más pobres a afrontar el cambio climático.

Las organizaciones ecologistas y los países más vulnerables a los efectos del cambio climático advierten de que se agota el tiempo para tomar medidas que eviten consecuencias desastrosas como temperaturas extremas, la acidificación de los océanos y el deshielo de los glaciares.

Aún queda mucho trabajo por hacer este año, como llegar a un acuerdo sobre cuánto tiempo se prorrogará el Protocolo de Kioto, decidir qué países lo firmarán y qué objetivos se fijarán para reducir las emisiones, así como pensar de qué manera se pueden conseguir 100.000 millones de dólares al año para 2020 con los que ayudar a los países en vías de desarrollo a afrontar el cambio climático.

Existe el consenso de que es necesario que las emisiones disminuyan significativamente para que el incremento de la temperatura media mundial no supere los 2 grados centígrados durante este siglo respecto a los niveles previos a la industrialización. Es el mínimo para evitar efectos catastróficos, según los expertos.

Sin embargo, las emisiones de dióxido de carbono alcanzaron una cifra récord el año pasado, según la Agencia Internacional de la Energía. Además, algunos países probablemente incumplirán sus objetivos de reducción de emisiones para 2020 y por ello el aumento en la temperatura media mundial podría alcanzar los 3,5 grados, según una investigación cuyos resultados fueron publicados este jueves.

El jefe del equipo negociador de la UE, Artur Runge-Metzger, ha afirmado que “la mayoría de los países quieren avanzar más rápidamente”, pero “hay un grupo relativamente pequeño que pone el freno”.

Solo faltan seis meses para que se celebre la próxima reunión sobre clima, en Doha (Qatar). Algunos países quieren que antes se celebren más sesiones de negociación, pero para ello será necesario que los distintos Estados se comprometan a aportar una financiación de entre 4,4 y 4,8 millones de euros, según Figueres.

Celine Charveriat, de la ONG Oxfam, ha destacado que la parte “positiva” de la reunión de Bonnn es que “se ha hablado de objetivos de reducción de emisiones más ambiciosos“. “Aunque se debe traducir en acciones, al menos ningún país piensa que puede eludir esta cuestión”, ha agregado

Íñigo Keller/Agencias

Fuente: ethic la vanguardia de la sostenibilidad

 

 

Refugiados climáticos: los parias del calentamiento global Más de 25 millones de personas han emigrado por causas medioambientales

Monday, 14 May 2012 12:54

Más 25 millones de personas en el mundo se han visto obligadas a desplazarse de sus lugares de origen por motivos medioambientales. Son los denominados «refugiados climáticos»; su tragedia es como un tsunami silencioso ante el que la comunidad internacional practica la política de la avestruz. Naciones Unidas cifra el número de migrantes por causas ecológicas en 200 millones en el año 2050 y advierte que la inmensa mayoría procederá de países pobres. La Organización Internacional para las Migraciones alerta desde hace tiempo: se está gestando una gran crisis humanitaria.

Las imágenes que ilustran este reportaje las firma el italiano Alessandro Grassani, ganador de la XV Edición del los Premios de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña-Médicos del Mundo. Las fotos fueron tomadas durante el duro invierno de la provincia de Arkhangai, en Mongolia, y recogen un caso actual de desplazamiento forzoso de una población debido al impacto metereológico del cambo climático.
Mongolia es un país extremadamente pobre: el 20% de sus 3 millones de habitantes vive con 1,25 dólares al día y el 30% sufre malnutrición. La capital, Ulan Bator, está habitada por 1,2 millones de personas. La mitad de la población malvive en las barriadas de chabolas.

Mongolia es un país extremadamente pobre: el 20% de sus 3 millones de habitantes vive con 1,25 dólares al día y el 30% sufre malnutrición. La capital, Ulan Bator, está habitada por 1,2 millones de personas. La mitad de la población malvive en las barriadas de chabolas.

En los últimos años, Mongolia ha experimentado profundos cambios climáticos y sociales: los inviernos cada vez son más largos y las precipitaciones y las nevadas han aumentado considerablemente. El resultado es que miles de familias dedicadas al pastoreo se han visto obligadas a migrar hacia la capital porque, bajo temperaturas que alcanzan los 50 grados bajo cero, sus animales mueren de frío.

«Las personas retratadas en estas imágenes comparten un destino común: son pastores que se han visto forzados a abandonar las áreas rurales y aisladas en las que solían vivir» explica a Ethic Grassani. Mongolia es un país extremadamente pobre: el 20% de sus 3 millones de habitantes vive con 1,25 dólares al día y el 30% sufre malnutrición. La capital, Ulan Bator, está habitada por 1,2 millones de personas. La mitad de la población malvive en las barriadas de chabolas que se han desarrollado alrededor de la ciudad, unos suburbios conocidos como el Distrito Gher. Los «gher» son las tradicionales tiendas mongolas que las familias de pastores que abandonan las zonas rurales llevan consigo para que les sirva, al menos al principio, de cobijo.

«Estas personas llegan a la ciudad después de toda una vida pasada en los pastos, son analfabetas y no están capacitadas para emprender ningún otro tipo de trabajo. Por tanto, acaban viviendo una vida llena de dificultades en las barriadas de chabolas de la ciudad, que se han desarrollado rápidamente en los últimos 20 años sin ningún tipo de planificación urbana ni acceso a agua corriente o electricidad», añade Grassani.

Entre las ironías que rodean el fenómeno del cambio climático destacan sus asimétricas consecuencias: los países más pobres, los que menos emisiones de gases de efecto invernadero han emitido, son los más afectados. «El 90% de los desplazamientos -explica Grassani- se producirá en los países menos desarrollados dando lugar, en las próximas décadas, a nueva situación de emergencia humanitaria». De ahí que haya organizaciones, como Greenpeace, que exijan que los países que provocan más impacto medioambiental sufraguen los gastos derivados de sus efectos. Entre estas partidas se situarían las destinadas a los migrantes forzosos por razones climáticas.

El trabajo de Grassani ilustra el drama que viven decenas de miles de mongoles que se dedicaban al pastoreo, pero las dimensiones de la tragedia son colosales si atendemos a los datos que manejan tanto Naciones Unidas como otros organismos y estudios, entre ellos el célebre Informe Stern, que analiza «la economía del cambio climático» y especifica que las sequías y las inundaciones serán las causas principales de estos movimientos en el siglo XXI.
200 millones de personas


«Puede que haya hasta 200 millones de personas afectadas por las alteraciones de los sistemas monzónicos y otros tipos de precipitaciones, por sequías de una virulencia y duración sin precedentes, y por la elevación del nivel del mar e inundaciones de las zonas litorales», advierte Norman Myers, investigador de la Universidad de Oxford.

«Se ha invertido una enorme cantidad de tiempo y energía para determinar los efectos metereológicos del cambio climático, pero se han dedicado muchos menos esfuerzos y recursos a analizar empíricamente las consecuencias del cambio climático sobre las poblaciones humanas», apunta Laura Thompson, directora adjunta de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Desde este organismo explican que no sólo faltan estudios científicos, sino que también falta un marco jurídico internacional para este tipo de migrante y un mayor interés y sensibilidad por parte de una comunidad internacional que, según la OIM, está respondiendo a este desafío con «la política del avestruz».

Aunque a estos desplazados muchas veces se les denomina «refugiados climáticos» lo cierto es que, lejos de ostentar el estatus de «refugiados», actualmente viven en un limbo legislativo. Si atendemos el corpus jurídico vigente, éste es un problema que no existe para la comunidad internacional.

«Esta situación significa que no reciben ayudas económicas ni puede acceder a alimentos, refugios, escuelas u hospitales a no ser que se vean desplazadas a causa de fenómenos metereológicos extremos como, por ejemplo, el terremoto que asoló Haití. La falta de un convenio internacional les convierte en los parias del calentamiento global», apunta Enrique Turner, abogado especializado en derechos humanos.

«Es verdad que, aunque se trata de un problema de dimensión global que muchas veces encierra dramas personales, cuando no vidas o familias prácticamente destruidas, en ciertas ocasiones supone una mejora de la situación de estas personas. Pero en cualquier caso debería existir un tratado que proteja a quienes tienen que desplazar sus vida por efecto del cambio climático», añade.

Suecia es el único país cuya legislación se ha aproximado a esta problemática. Su política de inmigración hace referencia a los migrantes medioambientales como «personas que necesitan protección» y no pueden regresar a su país como consecuencia de un desastre ecológico. No obstante, se desconoce hasta qué punto incluye los efectos del cambio climático. El documento parlamentario donde se recoge este derecho pone como ejemplo de «desastre medioambiental» una catástrofe nuclear y no alude de forma específica al calentamiento global.

Vulnerabilidad por regiones

Asia meridional y Asia oriental son consideradas áreas muy vulnerables a la migración forzosa debido a las predicciones de elevación del nivel del mar y a las densas capas de población que viven en zonas bajas. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) subraya que seis de los diez megalópolis asiáticas se sitúan en el litoral: Yakarta, Shangai, Tokio, Manila, Bangkok y Mumbai. Mientras, en China el 41% de la población, el 60% de la riqueza y el 70% de las grandes ciudades se localizan en grandes regiones.
Existen numerosos datos que confirman que el tsunami silencioso de los refugiados climáticos tendrá un alto coste humano, social y económico.

Existen numerosos datos que confirman que el tsunami silencioso de los refugiados climáticos tendrá un alto coste humano, social y económico.

El informe Migración y Cambio Climático, de la OIM, concluye que varios millones de personas se encuentran también en situación vulnerable en África, especialmente en la zona del Delta del Nilo y a lo largo de la costa occidental del continente. Los cambios en las lluvias pueden tener efectos graves para la seguridad alimentaria del África subsahariana. Según los análisis del IPCC, para 2020 la disminución de las precipitaciones podría afectar al rendimiento de los cultivos, lo que aumentaría la malnutrición en una región que ya sufre los severos efectos del hambre.

Entre las regiones particularmente vulnerables a los efectos del cambio climático se encuentran también los pequeños estado insulares. El territorio de muchas de ellas -Bahamas, Kiribati, Maldivas y las Islas Marshall- está apenas tres o cuatro metros sobre el nivel del mar. Para el año 2080 los habitantes de estas islas estarán expuestos a un riesgo 80 veces mayor de lo que habría sido si la industrialización no hubiera provocado el calentamiento global.

Poblaciones enteras de algunas islas de las Maldivas han tenido que ser trasladadas por este Gobierno a otros lugares debido al aumento del nivel del mar, lo que supone un coste enorme para este país, cuya población supera las 310.000 personas. «Las soluciones internas a veces pueden resultar absurdas dado que es el territorio nacional lo que puede verse sumergido», señala Andre Simms, de la Fundación New Economics.

Golpe al desarrollo

Según el citado informe de la OIM, la migración forzosa hará peregrinar a millones de personas desde zonas ecológicamente devastadas de países pobres hacia zonas habitables o medioambientalmente accesibles de esos mismos u otros países pobres. Las tendencias migratorias hacer prever que la mayor parte de los desplazados no llegará a países ricos.

«Esta situación afectará al desarrollo humanitario en al menos cuatro dimensiones: desbordamiento de las ciudades y de los servicios urbanos, erosión del crecimiento económico, aumento de la inestabilidad política y de los conflictos étnicos y deterioro de las políticas de salud y el bienestar social», apunta Laura Thomson.

La gerente de la Organización Internacional de Migraciones afirma que estos movimientos ponen en peligro el cumplimiento de algunos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. «Amenazan particularmente la continuidad de los servicios sanitarios y educativos previstos en el objetivo número 2 (la enseñanza primaria universal) y los objetivos 4 y 5 (reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna y combatir el VIH SIDA, el palaudismo y otras enfermedades).

Desde la Comisión Mundial de las Migraciones de Naciones Unidas subrayan que «la política interna de cada país es una variable fundamental para reducir los riesgos» que conlleva el cambio climático para las poblaciones. Sin embargo, parece utópico pensar que países devorados por la pobreza en los que el reto principal es la supervivencia diaria vayan a llevar a cabo planificaciones ordenadas para mitigar estos efectos o para organizar una migración forzosa a gran escala.

«Tal y como suele ocurrir antes del estallido de una crisis, existen numerosos datos que confirman que el tsunami silencioso de los refugiados climáticos tendrá un alto coste humano, social y económico si nos se llevan a cabo las medidas necesarias para frenarlo. El primer paso es un tratado internacional que reconozca la dimensión del problema», concluye Turner.

Fuente: ethic la vanguardia de la sostenibilidad

 

 

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